¿Evangelizar, está mal?
Nuestro cariño por vosotros era tan grande, que estábamos decididos a daros, no sólo el evangelio de Dios, sino incluso nuestras propias vidas”. (1 Té, 2, 8). La evangelización brota de una relación real, de una relación de confianza. No nace de tratar a los demás como “planes” o “proyectos”. ¿Con qué facilidad compartimos con los demás las cosas que nos ilusionan, que nos llenan, que nos cautivan. Con qué dificultad hablamos en ocasiones del Señor Resucitado, de su poder, de sus dones, de su voluntad. Esto es del todo una carencia y sin duda necesitamos conversión, profundizar en nuestra relación con Él y los hermanos. Que en esta cuaresma podamos subir al Tabor, contemplar a Cristo glorioso, experimentar su belleza, y así, de lo que derramará de nuestro corazón hablará nuestra boca. Y hablando nuestra boca y nuestra vida, seremos felices, y expiaremos nuestras faltas pues “sabéis que quien haga devolver a un pecador del camino descarriado, le salvará de la muerte y cubrirá una multitud de pecados” (Jm 2, 5).
Vuestro Párroco