Despertar el anhelo del mar

“Si quieres construir un barco, no debes empezar buscando madera, cortando tablas o distribuyendo trabajo, sino que primero debes despertar en los hombres el anhelo del mar” (Mn. Jaume González Padrós, el pasado primer viernes, nos citaba este texto de Antoine de Saint-Exupéry, mientras nos contaba la palabra de Jesús en la Cruz: Tengo sed…). Todas nuestras obras, también esta cuaresma, deberían ir precedidas de un gran anhelo, de un gran deseo en la acción, la presencia y las promesas del Señor.
En ocasiones la rutina, la experiencia de la propia fragilidad o la incomprensión, provocan un alejamiento, un cansancio, un apagado de ese deseo, de esta sed. Como el pueblo de Israel, nos sentimos tentados de echar la toalla en el desierto. En este domingo Laetare avivamos el anhelo del mar, contemplamos a Cristo crucificado, saboreamos esta palabra: Dios ama tanto al mundo, que ha dado a su Hijo único. En Él nos lo ha dado todo. En Él lo tenemos todo. No nos falta nada. ¡Alegrémonos!
Vuestro párroco