“…Y no recordaré más su pecado” (Jr 31, 34)

Con estas palabras concluye la primera lectura. Qué dulzura dejan en nuestro corazón. Qué libertad originan. Qué esperanza de lograrlo. El Señor ha perdonado tu pecado, tu fe te ha salvado. Vete en paz. Todo queda reconciliado. Todo pacificado. Una nueva alianza que posibilita una nueva relación. No será por la sangre de los chivos, tampoco por la ofrenda de víctimas… Será por la Sangre de Cristo, la víctima pascual, será por el horno de caridad de su Corazón que todo lo abrasa, todo lo expía, todo lo repara. Su mano bondadosa, llagada por los clavos, devuelve a la belleza original nuestra imagen manchada por el pecado. La efusión de su Espíritu nos concede un parecido con Aquel que es el Amor. Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones, todos me conocerán. Aquel que quiera conocer la medida de su misericordia y de su don que guarde esa fecha: 25 de marzo, 19:45 h.

Vuestro párroco.