Quienes me comen
vivirán gracias a mí
«La Sabiduría encarnada de Dios invita a su banquete, un banquete que de nuevo sólo es comprensible desde dentro de la misma Sabiduría divina. Por eso los que no son sabios, aunque se tengan por tales, discuten entre ellos: ¿cómo lo puede hacer éste, para darnos su carne para comer? Dentro del mundo de la ignorancia esta objeción es sumamente comprensible. Que un hombre como los demás pretenda ofrecerse como alimento es el colmo de la insensatez. Pero la Sabiduría de Dios encarnada en Jesús no responde a la objeción, sino que refuerza, por el contrario, como absolutamente necesaria su oferta: Si no come la carne del Hijo del hombre y no beba su sangre, no puede tener vida en vosotros. Los necios a los ojos de Dios son incluso superados por la locura de Dios: se les obliga a algo que les parece totalmente absurdo. (…) Para poder encontrar una explicación hay que remontarse al misterio último e impenetrable de Dios: al igual que el Hijo vive únicamente por el Padre, quienes me comen a mí vivirán gracias a mí» (Hans Urs von Balthasar, Comentarios a las lecturas dominicales). Vivamos de Cristo, y que nunca nada nos separe de Él.
Vuestro párroco